EL ÁGORA: Compasión y poder interior, la fuerza silenciosa del nuevo liderazgo
Vivimos una época que exige una transformación radical del liderazgo. Las formas tradicionales, basadas en la jerarquía, el control o la autoridad han comenzado a resquebrajarse frente a la complejidad emocional, relacional y ética de nuestro tiempo. Hoy, liderar no es solo dirigir: es sostener. No es únicamente gestionar: es inspirar. Lo que se necesita es un liderazgo más consciente, compasivo, presente y basado en el poder interior.
Este nuevo liderazgo no se define por la fuerza externa, sino por la integridad interna. Por eso hablamos de poder auténtico: una fuerza silenciosa que surge del autoconocimiento, de la coherencia entre lo que se siente, se piensa y se hace. Y es, desde esa raíz, desde donde florece la compasión.
A diferencia de la lástima que establece jerarquías sutiles entre quien sufre y quien observa la compasión es la manifestación activa del amor frente al dolor. Muchos autores hablan de la compasión y la empatía como si fueran lo mismo. Sin embargo, algunos de ellos expresan que ambas comparten el significado de "sentir con el otro", pero señalan una diferencia esencial: mientras la empatía implica compartir la emoción del otro, la compasión va más allá, pues impulsa a la acción concreta, no solo para aliviar el sufrimiento, como lo hemos aprendido, sino también para estar con el otro, incluso en su bienestar.
"Trata a los demás como te gustaría que te trataran a ti" (Karen Armstrong). Este principio, conocido como la regla de oro, nos invita a trascender la indiferencia, para mirar al otro desde su dignidad. Liderar desde la compasión no es sinónimo de debilidad; es tener el coraje de mirar al otro y decirle: te veo, te escucho, y tu humanidad importa tanto como la mía.
Liderar desde la compasión es ejercer el poder desde el cuidado, no desde el control. Requiere una disposición interior: detenerse, escucharse, mirar hacia dentro. Solo quien ha tenido el valor de habitar su propia vulnerabilidad, de tocar su propia herida, puede mirar con ternura la del otro. Desde una mirada basada en el acompañamiento al dolor, sabemos que quien ha integrado su fragilidad se vuelve más humano y más capaz de sostener a otros.
Este liderazgo se fundamenta en la práctica de la autocompasión. Muchos líderes están entrenados para resistir, exigirse, negarse. Sin embargo, sin amabilidad hacia uno mismo, no hay verdadera compasión hacia los demás. La autocompasión es el arte de sostenerse con ternura en medio de los errores y desafíos, sin caer en el victimismo ni en la negación.
En entornos organizacionales marcados por la presión, los conflictos o la deshumanización, la compasión se convierte en una brújula ética. No es complacencia. Es lucidez. “Si usted ataca sin compasión a la oscuridad, usted mismo entra en la oscuridad” (Gary Zukav). Como líderes, estamos llamados a ser tejido que sostiene, consciencia que eleva y acción que transforma. Esta visión profunda del potencial humano nos inspira: “Trata a un ser humano como es, y seguirá siendo lo que es. Pero trátalo como puede llegar a ser, y será lo que está llamado a ser” (Goethe).
Te invito a reflexionar:
- ¿Recuerdas una situación en la que hayas liderado desde la compasión? ¿Cómo fue tu experiencia?
- ¿Y una ocasión en la que no lo hiciste? ¿Qué impacto dejó?
- ¿Qué puedes cultivar hoy para integrar más compasión en tu forma de liderar?
Tal vez hoy, más que nunca, liderar implica, primero, aprender a estar presentes con nosotros mismos, para así estar verdaderamente presentes con los demás. Desde allí, el liderazgo se convierte en un acto de cuidado profundo, capaz de transformar realidades humanas y organizacionales.
Paula A. Santamaría Peña
Trabajadora Social.
Especialista en Gerencia.
Consultora Organizacional.
Blog Colegio Altos Estudios de Quirama


